Patricia Merayo
Responsable de comunicación
Hoy nos acompaña Cynthia Díaz, directora del centro de educación emocional Impulso Pura Vida. Tras 18 años de trayectoria como coach y educadora emocional se define como una profesional apasionada que «trabaja por, para y a través de las personas». Su objetivo es ayudar y acompañar a las personas para que saquen la mejor versión de ellas mismas, sean felices y descubran que «la vida no nos pide más que vivir». Según Cynthia Díaz «Somos seres maravillosos, el simple hecho de modificar nuestros hábitos y aprender a detectar y gestionar nuestras emociones, nos puede cambiar la vida.»
Desde la publicación en 1995 de Inteligencia emocional de Daniel Goleman, se han desarrollado innumerables estudios e investigaciones que destacan la importancia de la educación emocional dentro y fuera del aula. Sin embargo, la educación de las emociones sigue siendo una asignatura pendiente en nuestra sociedad.
Las emociones las sentimos de manera inconsciente. Pueden ser motivadas por algún estímulo externo o a través de nuestros pensamientos. Suelen tener efectos sobre nuestra conducta, de ahí la importancia que le damos desde Impulso a saber detectarlas y gestionarlas. Los sentimientos son la evaluación consciente que surge como respuesta a una emoción. Los sentimientos son emociones conceptualizadas que determinan nuestro estado de ánimo. Una emoción se transforma en sentimiento en la medida que uno toma consciencia de ella.
Cuando hablamos de educación emocional, en Impulso nos referimos a trabajar de forma integral las diversas áreas que integran la identidad del individuo. Sus necesidades reales, los valores y creencias propias, la confianza y autoconfianza, la motivación, la concentración y la relajación para aprender a vivir de manera consciente. El respeto hacia la propia persona y hacia los demás. La comunicación, para aprender a escuchar de manera activa y a contestar siendo impecable con nuestras palabras. A saber detectar y gestionar las emociones: la ira, la rabia, la frustración, el miedo, la alegría y la tristeza. Las emociones forman parte de nuestra vida, de ahí la importancia de reconocerlas y saber cuándo, cómo y por qué aparecen, y una vez aparecen, cómo hemos de gestionarlas. Si las personas están formadas y reforzadas en estos valores, sus procesos de aprendizaje se desarrollan de forma más positiva y con mayor calidad.
Desde mi punto de vista, venimos de una creencia que ponía de relieve que cuanta más formación académica tenías, mayores eran tus posibilidades de éxito. Claramente, esta creencia se ha quedado obsoleta. Solo hay que observar a nuestra sociedad, en la que licenciados universitarios cargados de másters y cursos o bien optan por puestos que distan bastante de sus capacidades profesionales o bien deciden abandonar nuestro país. Vivimos en una sociedad marcada por la insatisfacción, la desmotivación y la falta de desarrollo de actitudes. La formación académica es fundamental, defiendo el acceso a la formación de calidad, pero debemos de ser conscientes de que la formación SUMA y la actitud MULTIPLICA. Y esa actitud se consigue reforzando los recursos propios de los que disponemos pero que no sabemos gestionar.
Deberíamos de introducir la educación emocional en las aulas, desde pequeños. Poco a poco y por suerte se está tomando conciencia, es una realidad cada día más necesaria. Sólo hay que ver los resultados que tenemos en nuestros menores y adolescentes. Y no me estoy refiriendo solo a resultados académicos, sino sociales. Desde Impulso apostamos por los adolescentes, contamos con un proyecto educativo de educación emocional adaptado a ellos, y los resultados están siendo sorprendentes. Añado además, que si nuestros menores y adolescentes, tuvieran bien instaurados todos esos valores que comentaba antes, evitaríamos muchos de los problemas sociales que tanto nos deberían preocupar: bulling, machismo, racismo, abusos sexuales, etc
Las nuevas tecnologías como todo, cuando se usan adecuadamente, son maravillosas. Nos aportan muchísimas cosas importantes en nuestro día a día. El problema es el desconocimiento y el mal uso que hacemos de ellas. Y si ya las dejamos sin ningún control en manos de los menores y adolescentes… ¡Qué te voy a contar! Sobre las relaciones interpersonales, no me cebaría con las nuevas tecnologías, no sería justo, ya que si las culpamos, también deberíamos de ver todo lo bueno que hacen al darnos la oportunidad de comunicarnos con personas a tiempo real en cualquier parte del mundo. Así que parte de ese cambio interpersonal es responsabilidad nuestra, sobre este punto habría mucho que ampliar. La realidad es que vivimos en un mundo digitalizado, así que opino, que deberíamos de estar preparados para todo lo que nos ofrece, lo bueno y lo malo, y aquí, también hace falta una gran labor de concienciación y formación, no solo en menores y adolescentes, sino también en adultos.
Como he comentado anteriormente, si los menores y adolescentes contaran con la formación adecuada en la gestión de sus emociones evitaríamos muchos de estos males que tanto nos preocupan. La solución está en nuestras manos. Padres y profesores son los primeros que deben formarse y trabajar su educación emocional y crecimiento personal. Son el ejemplo a seguir de sus hijos y alumnos. Si ellos manejan de manera adecuada todos sus recursos, podrán transmitir con su ejemplo las buenas prácticas en los menores. En Impulso nuestro lema es «Si tú CAMBIAS, todo CAMBIA», y creemos fielmente en la afirmación.
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