
¿Por qué las encuestas electorales se equivocan?

Las encuestas también se equivocan…, ? y mucho.
¿Qué falla en el diseño y la ejecución de los sondeos y encuestas electorales (incluso las de organismos científicos y fiables como el CIS)?
¿Ya no se las puede considerar una herramienta fiable? ¿Las encuestas se «cocinan»? En este post tratamos de responder a estas cuestiones.
Las encuestas en el punto de mira
Muchos ciudadanos están dejando de confiar en los sondeos ¿eres tu uno de ellos?
Quizá razón no te falte, porque en los últimos años nos han sorprendido negativamente con enormes errores de predicción en los resultados electorales. a nivel internacional.
¿Recuerdas?
? El triunfo de Donald Trump en las elecciones de EEUU.
? El referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit).
? El plebiscito sobre los acuerdos de paz en Colombia.
? Y varios procesos electorales en España como las recientes elecciones andaluzas.

¿Por qué se equivocan las encuestas?
Las encuestas se equivocan porque la sociedad es cada vez más compleja y las tendencias de opinión pública resultan cada vez más difíciles de calibrar.
Pero en su diseño y desarrollo también podemos encontrarnos ante errores de medición o procesamiento a la hora de analizar los datos.
Qué problemas se dan en las encuestas
Estos errores dan lugar a encuestas de resultados engañosos:
Mal diseño de la encuesta
La calidad de una encuesta depende de la muestra y ésta puede fallar por ser pequeña o por estar limitada a ciertos grupos que no reflejaban plenamente el electorado real. Además, los investigadores deben informar del margen de error de su encuesta. Si una encuesta afirma que el que el 56% de los encuestados prefieren un candidato pero el margen de error es del 10%, no podemos concluir que la mayoría del electorado prefiere a dicho candidato, ya que el porcentaje real podría ser del 46%. También existe el sesgo del encuestador, cuando se realizan preguntas sesgadas.
Personas que no declaran su voto
Existe una teoría llamada “la espiral del silencio”, en la que los electores no expresan sus preferencias en público ya sea por miedo o por vergüenza. Hay personas que optan por no declarar a quién van a votar porque son conscientes de que su elección está socialmente mal vista. Uno de los efectos de “la espiral del silencio” es la infraestimación de los resultados. Pero el voto oculto también puede deberse simplemente a la población indecisa que a medida que va acercándose el día de la elección van definiendo su voto.
Personas que no van a votar
Las encuestas se enfrentan a un problema doble: saber si la gente prefiere votar a uno u otro candidato, y saber si esa persona va a ir a votar o no. Es posible que el voto voluntario sea una variable de peso, ya que obedece más a como se de el día de la votación o a un voto estratégico de última hora (si está seguro de que su partido va a perder/ganar estará más o menos inclinado a votar).
Errores en el procesamiento y análisis de los datos (o “la cocina«)
Existen errores a la hora de ajustar y ponderar los resultados de la encuesta en base a la población estudiada, y errores de procesamiento de datos. Esto es cada vez más importante por la baja tasa de respuesta que tienen las encuestas actualmente. Las encuestas confiables y transparentes han de publicar estos métodos con claridad.
Fallos ante circunstancias de cambios políticos o sociales rápidos y frente a realidades heterogéneas
Las encuestas tienen problemas a la hora de recoger cambios de tendencia muy rápidos que son difíciles de predecir y pueden actuar como hecho coyuntural que anime a ir a votar a aquellos ciudadanos que no lo tenían previsto ininicialmente (por ejemplo: crisis económica, intensidad de la campaña, escándalos, etc).
No poder dar las encuestas hasta el último momento.
Las encuestas son fotos fijas del momento. Cuando más tarde se realizan, mayor será la posibilidad de capturar los efectos de los eventos de última hora. Sin embargo, algunos países (como España), prohíben la divulgación de las encuestas días antes de las elecciones porque -como hemos dicho antes- éstas pueden influir en el ánimo del elector.

¿Qué significa exactamente “cocinar»?
El dato bruto de «intención de voto directo» que recogen las encuestas no suele ser un buen pronóstico del resultado final de las elecciones.
Como hemos visto anteriormente, la encuesta no puede realizarse sobre la totalidad de la población (esto sería imposible), sino que se toma una muestra representativa de ella, y además existe un número importante de personas que no declaran su voto por razones diversas (¡que puede llegar hasta el 40%!).
Los analistas corrigen estos sesgos a través de lo que popularmente se conoce como “la cocina”, procedimientos que deberían ser estandarizados y con base estadística para permitir proyectar la intención de voto en unas próximas elecciones (“estimación del voto»), una aproximación más realista a los resultados finales.
Para ello se suelen aplicar otras variables de la encuesta como:
- La experiencia de los resultados obtenidos en el pasado.
- Las tendencias de los partidos, la simpatía que despiertan y la valoración de sus líderes.
- Las características socio-demográficas de la muestra para ponderar los resultados.
Esta práctica en sí misma es legítima y habitual, otra cosa es que la metodología sea poco transparente -que no se explique- o sea deficiente.

Nuevas formas de realizar encuestas
Los siguientes tres ejemplos ilustran los nuevos métodos innovadores que se aplican para prevenir y corregir errores en las encuestas:
Nate Silver: el meta-análisis
El analista Nate Silver es la única persona que ha conseguido predecir de manera bastante precisa el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos.
¿Cómo pudo hacerlo? Silver utilizó la idea del meta-análisis, aplicada ampliamente en otros campos de investigación. Juntó todas las encuestas electorales del país y corrigió los errores de cada una revisando su histórico (utilizó la precisión de cada encuesta en resultados electorales anteriores).
Kapteyn: escalas del 0 al 100
Otro ejemplo de innovación es utilizar escalas del 0 al 100 para consultar cuál es la probabilidad de que fueran a votar o de que ese día se quedaran en casa, en lugar de la clásica pregunta de «¿Usted a quién va a votar?”. Esto lo utilizó Kapteyn para Los Angeles Times.
Javier Restrepo: captar las emociones
Una tercera aproximación muy interesante que se comienza a plantear es diseñar las encuestas para captar las emociones del electorado. Esta alternativa de Javier Restrepo, sostiene que la paz y la participación política son temas muy sensibles y «absolutamente emocionales”, donde el modelo clásico de medición de intención de voto (que busca identificar la decisión racional que la gente toma) suele fallar.
Eduardo Gamarra: encuestas en línea
También tenemos el problema de las encuestas telefónicas. Existen restricciones legales para conseguir información a través de los los móviles personales y cada vez son menos los ciudadanos que utilizan teléfonos fijos. Por ello las encuestas en línea están reemplazando a las encuestas telefónicas. Como explica Eduardo Gamarra, esta nueva aproximación genera varios problemas metodológicos, la muestra puede no ser representativa y la estimación del error es muy difícil sino imposible.

Como conclusión:
Todas las encuestas están sujetas a error
Lo que diferencia a las encuestas buenas de las malas es que las primeras utilizan una metodología estadística clara y precisa para reducir al máximo el impacto de estos errores.
Ante los nuevos retos de la realidad socio-política, la innovación del análisis de datos es fundamental.
Al inicio de este post hemos recordado algunos de los mayores batacazos predictivos de los últimos años como:
? El triunfo de Donald Trump en las elecciones de EEUU.
? El referéndum sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea (Brexit).
? El plebiscito sobre los acuerdos de paz en Colombia.
? Y varios procesos electorales en España como las recientes elecciones andaluzas.
¿Recuerdas alguno más en que no se acertara ni una?
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